Bienvenidos a Bordo

Ante el vacío nosotros tomamos los riesgos, padecemos implacable el placer para sufrir o reír, con suerte ambas. Somos quienes pretenden el peligro domar y la belleza emancipar del devenir. Aquí estamos, somos los amantes y hacemos el amor posible.

Pedacitos todavía al rojo vivo

No se dividir. Desde la escuela me cuesta mucho trabajo y me he dado cuenta, con los años, que dividir nunca es lo mismo que compartir: finalmente compartes algo que es tuyo, pero no necesariamente lo divides.

Hay una relación más estrecha con la dosificación: ese goteo equitativo de la misma cosa que prolonga el tiempo. Pero las dosis repartidas tienen el enorme problema de suprimir, poco a poco, los altibajos de las experiencias: la mayoría de las cosas adquieren un gusto similar y los sentidos se tornan opacos. De pronto da lo mismo hacer una cosa que otra, y es en ese momento cuando te das cuenta que no sirve de nada dividir, ni dosificar, ni contener…es más: que ni siquiera es prudente ser prudente.

Sentir con mucha fuerza y dejarse mover por ello es la multiplicación.
Es mucho más fácil flotar en medio de una corriente si se abren todas las posibilidades; si los pensamientos útiles se mezclan con los deseos, con los recuerdos, con los instantes del ahora.

Sí, en efecto: es un caos.

Una superposición móvil de varios planos, donde un pequeño sentimiento se multiplicó en millones de ideas y fue capaz de activar todos los poros de la piel en segundos, y sigue siendo capaz de producir enrojecimiento de ojos y secreciones lentas que se convierten en lágrimas.

La suma de la suma: multiplicar nos acerca a la locura, al desacuerdo, al extremo, a la creación, al movimiento…e irremediablemente a la vida.

Esta reacción en cadena muchas veces es causante del grave desequilibrio general y casi siempre es responsable de la producción de: gozo profundo; destellos de felicidad; disfrute ampliado; exaltación de las capacidades sensoriales; risa fácil y duradera; disminución palpable del sentido común; realización de acciones estúpidas y divertidas; pérdida de la agilidad mental ligada al raciocinio; dislocación de la percepción temporal de la realidad; sufrimiento interno muy inflamable; irritación simultánea de sentimientos; torrentes de pensamientos involuntarios a deshoras de la madrugada; obsesiones lírico-cinéfilo-musicales; afectaciones del entorno climático inexplicables; cuestionamientos filosóficos absurdos; propensión a creer firmemente que el mundo se va a acabar ya, etc.

No es fácil intentar vivir multiplicando en lugar de dividir sistemáticamente. Es más, el desarrollo histórico y biológico de la especie humana nos indica claramente que la división es la clave del éxito: divide y vencerás. Seguramente el antagónico ‘multiplica y perderás’ es también real.

Aunque si se trata de triunfar, en lugar de observarse con cierta curiosidad malsana las heridas que nos dejan las llamaradas producidas por la intensidad, prefiero pasar el resto de mis días sobrevolando la tierra en forma de brasas minúsculas con pedacitos todavía al rojo vivo.

4 comentarios:

· Almirante · dijo...

Es increíble la cantidad de datos que nuestras mentes deben abordar en estos días, pienso. Entre tanta información, que vamos por ahí pretendiendo dominar, no nos damos cuenta que estamos siendo majaderos con nuestra naturaleza; nuestra capacidad de razón nos confiere la facultad de olvidar esa naturaleza. No hemos sido diseñados para todas las maravillas que hacemos y eso nos coloca en la inercia de un mundo nuevo, hoy día apenas alcanzan 80 años para malvivir, uno se muere con tantos pendients estúpidos menos el más importante, el sencillo goce.

Esa introducción es traumática, vivimos enajenados, ajenos a nosotros mismos pensando que dominamos la realidad y lo cierto es que es una fortaleza frágil, apenas quitamos algo de nuestro cotidiano y colapsamos de formas que las emociones apenas descubren. ¡Somos pedacitos todavía al rojo vivo, sin duda!

· Almirante · dijo...

PD.- De hecho este blog es muestra de ello, tristemente.

Víctor Frankenstein III dijo...

Quedé atrapado desde la introducción del texto.
Fui siguiendo el relato, para llegar directamente a mi centro de ideas. Y es que se vuelve una pena cuando las percepciones se limitan. Se siente en lo profundo cuando de pronto todo parece dar lo mismo e ir en un sentido, la nada.
O que se dejen de lado los detalles que realmente importan y que pueden darle un sabor, más allá de lo agradable o lo desagradable, un sabor que defina cada momento de la existencia. De otra forma se llega a una etapa, temprano o no, pero se llega y no se sabe donde se está y a donde se va.
Nos buscamos en mil formas y nos inyectamos de información hasta saturar nuestra realidad al límite, después todo se nos desborda.
Sólo darnos cuenta de nuestra sensibilidad ante los eventos, lo que realmente somos.

Que ingenio. Me ha encantado la forma de narrativa.
De las brasas de esta madrugada, Pedacitos todavía al rojo vivo. Maravilloso escrito.

Republique Amoureuse dijo...

Estar en el palique hasta las tantas de la noche, tiene sus recompensas: tu texto arroba y arropa. Imagino pronto le seguirá algo que desnude. Y si en el acto también desnuda el anonimato, qué mejor.
Gracias por el caos. Nunca fui buena con las cuentas.

Tuya,
Lo.

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