Bienvenidos a Bordo

Ante el vacío nosotros tomamos los riesgos, padecemos implacable el placer para sufrir o reír, con suerte ambas. Somos quienes pretenden el peligro domar y la belleza emancipar del devenir. Aquí estamos, somos los amantes y hacemos el amor posible.

Descripciones insomnes.


Cascadas de estrellas. Y todos paseamos…soñamos. Dormidos y despiertos. Inmaculados de nosotros mismos e inspirados en nuestros pasos felinos. Cuando la noche, transforma a las calles en los dominios de nuestros espíritus insomnes. Desesperante el eco de afuera. Esporádicamente, entran vehículos con sus cantos que los hacen sentir articulados. Voces femeninas y masculinas de un momento a otro. Esos monstruos desconocidos que nunca dejan un saludo, pasan de largo y los buscamos ansiosamente para revelar su identidad. No están. Pasa el tiempo y nos desconcentramos, caemos debajo de las telas y trazamos inquietudes mientras nos despojamos del alimento esencial. Viajamos nos observa callada y atenta la demencia. Extrañamos… extrañamente extrañamos. Tan intensamente. Insanamente. El reloj cae persuadido por la gravedad, nunca quiso rendirse pero mis manías son más fuertes. Dándose cuenta ese reloj, que ha estado congelado hace meses. Sus pobres manecillas llenas de polvo y miedo. Despojado de toda rareza cinemática. Pero, ¿acaso también se detuvo el avance de lo causal? Vencido, el tiempo se reanima y asesta un golpe sorpresivo, capaz de fracturar una dimensión. Y le deja tremendo dolor que se reflejó en forma de luz, una luz más forzada que mis intentos por nadar en mi lecho calido y llegar hasta la profundidad de un sueño acolchado. Sueño donde te veré, ¿oh claridad! Mirada, inspiradora y fulgurante fragancia. Sí, justo ahí estará. Liberador de astillas, cúspide de mi dolor, vector inocuo, casi mió. Mis manos de cera se desploman. Veo que los lagrimales de la luna están averiados. Sufre por las constelaciones lejanas y por la gente que pasa sin notarle. ¿Y eso que se condensa en el horizonte? No atiende señales el sonido que al vació, no se escucha. Sigue de largo igual que los nombres que el mar se guarda. Enorme confidente, y tan transparente y delimitado.Y a mi se me cae la pluma con la que escribo. Se la lleva la desesperanza al momento que desciende por mis instintos. No así, Perséfone que de mi reino escape y de regreso el camino marque. Y Terpsícore que de mi encanta, y la claridad guarda como tesoro irrefutable. Tal necedad la mía. No como si la noche se retardara y se abrieran sus campos oscuros. Tanto como la oscuridad en la que escribo en este momento (ahora a lápiz) y que me cuenta tantas cosa, de todos aspectos, unas figuras que abundan mi jaqueca como lucecitas vagas y perceptiblemente tontas. Comienza el rescate de mi pluma, motivado por el poder de las musas.Desconfía, desconfía. Que los amores no vienen a complacer al estertor de un desalmado partidario del deseo. Controversial unas noches y característico en otras. Pero inexorablemente solo. No le da espacio al recorrer las calles y sus rúbricas. Con su mosquitos por doquier para terminar en el temperamento callado. No obstante, espinoso, como defensa instintiva y mordaz. Empero el avance…el avance se estropea. Y es que desconfía. Desconfió. Desconfiamos. Apaga mi voz aquel toque de la lluvia. Ah insomnio como me seduces! Tus influjos bizantinos de pronto me llegan tan profundos. Y me llega la hora en que todo parece tan luminoso. Le digo a la mañana que se me acerca vehemente que se aleje. O quiero verle ahora. Mi tiempo-madrugada-oscuridad se ve mermado así, ¡me niego!El beso trágico del amanecer que nunca ha de faltar a la cita. Sin embargo, impuntual amanecer. Y la constante es la soledad en indiscreción. Me abrazo pues de mi sonrisa…tierna locura.
V.

4 comentarios:

Calle Amanecer dijo...

Querido Víctor, camarada marinero:

El frío es la constante del amanecer, ese escalofrío que nos recorre el cuerpo cuando empieza a salir el sol y termina el reino de la noche...inmensa, intensa, profundísima...gran abismo que nos provoca el vértigo de sentirnos más vivos que nunca, aunque nos abrace muy fuerte la canija soledad.

Sigamos provocándonos mareos insomnes que culminen en esta catarsis colectiva, como gotitas de rocío helado en la cubierta de nuestro barco...impenetrables ante los embates de las olas marinas.

Besos desde la Calle.

Víctor Frankenstein III dijo...

Buenas madrugadas querida camarada:

Ciertamente es algo intrigante ese frío cuando el amanecer nos golpea, por que así es, un golpe helado entre las 6:30 a. m. y las 8 a. m. Es cuando tal vez pedimos por un poco más de noche y esa inspiración que mágicamente nos trae. Pero ahí estamos en el avance con el sol saliendo casi burlón. Que no tiene inconveniente en salir, no así estas madrugadas de lluvia.

Estas nociones insomnes tienen su verdadera validez cuando son percibidas por la tripulación. Gracias por leerles. Es agradable encontrar en la cubierta de la nave, las palabras que me expresas acumuladas como el rocío por la mañana.

El rumbo es claro, te deseo un lindo amanecer y favorable jornada.

Mando besos hasta la calle amanecer.

Cariñosamente,
Víctor.

Republique Amoureuse dijo...

Compagino con Víctor al confesar que he recibido el beso de la madrugada en brazos de la rutina(usualmente)...
Tu madrugada es la nuestra, de la tripulación que bajo un mismo cielo, insomnes leemos entre líneas tu escencia amante Víctor.

El texto me fascina. ¿Y de vos calle Amanecer, cuándo podríamos leer algo más que tus finos comentarios?

Tuya,
Tu Lo.

Víctor Frankenstein III dijo...

Lo. Es reconfortante saberme acompañado por la tripulación en estos mundos insomnes, dimensiones insomnes... donde no siempre se hace la paz con el sueño, sin embargo, no por eso se le hace la guerra, es una nueva forma de relación.
Redime en parte al amanecer que ya se acerca otra vez. Un tanto trágico, un tanto callado, pero sin duda, un amanecer que por algo, no sé bien el porqué, se siente distinto.
Muchas gracias Lo.

Y coincido, Calle Amanecer, estamos a la espera de una nueva entrega de tu parte.

Abrazos insomnes a la tripulación.

Afectuosamente, Víctor.

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