Dos aves caen, yacen tendidas entre el polvo. Sus oídos palpitan lo que su corazón debería; se comparten la mirada, se enroscan en la incapacidad de lanzar la última sentencia, transpiran la deriva, sufren el espasmo del fastidio, las semillas de la fatalidad eclosionan sus entrañas y lo gozan, apenas cinco mañanas. Aves que conocieron la vida en la jaula y la rechazaron. Humildes aves coronan la vida con su muerte, devotas, ungidas en satisfacción. Aves muertas que rechazaron la vida para conocerla en su forma, tostando alas al Sol.
Muchos años...
Hace 2 años
1 comentarios:
Libertad. Pura libertad pura.
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