Bienvenidos a Bordo

Ante el vacío nosotros tomamos los riesgos, padecemos implacable el placer para sufrir o reír, con suerte ambas. Somos quienes pretenden el peligro domar y la belleza emancipar del devenir. Aquí estamos, somos los amantes y hacemos el amor posible.

Mermelada. Ella es.


La mañana entra y la grasa sobre las lentes parece disipararla. Tendida con una breve expresión de pereza, recoge el cuerpo de su tendida. Y hay que involucrarse, para saber entre sus ojos, la hora del día. A las 11:00AM son unos barros dueños de las sombras del lado izquierdo; a las 5:00PM son sus manos las que tiemblan ante el café. Es un lugar público, sin el público. Presenciando los besos a las 10:42PM juro que es la libertad el fracaso de su escote. Se mira a sí misma a las 2:55AM, es el día siguiente, que fue mencionado y ahora es entre sus muslos, pegajosos. Él se despide y ella suspira, es tiempo de cerrar las puertas. Matiz de ciudad, olor a tabaco... sin filtro. Son las 7:22AM, el reloj ha cantado al son del estigma que merodea ese insufrible sueño. Es olor a huevo, toque de cebolla y aún los elásticos en el suelo, sin amarrar. Un desastre, una armonía del descanso. Cantando con el letargo, llega el medio día. Árbol cae en sombra. Sol arde en la alcoba, en sus cristales y metales. Jesucristo está muerto cerca de la cabecera y su cabeza parece lamentar que ya son las 4:32PM, tiempo de abrir las puertas. Es un ejemplo, un cabello hacia atrás lo que asoma del auto. La piel parece genuina y la sonrisa tardía. Quizá de la secundaria, quizá del medio día de hace unas semanas. El reloj y su eterno monólogo para ella, grita que son las 8:22PM. Hay que estar ahí, para saber que el cuerpo no soporta la abominación del baile. La sangre fluye alienada y los ojos abundan en tamaño. 1:21AM, todo terminó. Misma habitación, mismo balcón y el árbol ahora escurre en amarillo. Las sirenas de la ciudad persiguen al delito y un orfeón de motores se desliza en danza felina. La grasa distribuye la luz y las lágrimas se preguntan. Son las 4:34AM y el suelo pareció frío. La muerte ha pintado un retrato en el asfalto y la sangre emana de una cabeza que, harta del cielo, pensó tocar el suelo. Las lentes y su mermelada, son la óptica de los curiosos. Pedazos de una mente.
La vida se tiñe de rojo y como un susurro se derrama desde el oído. Lento de entender es el ruido del suicidio. Son las 8:10AM, la sangre se ha enfriado.

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