Bienvenidos a Bordo

Ante el vacío nosotros tomamos los riesgos, padecemos implacable el placer para sufrir o reír, con suerte ambas. Somos quienes pretenden el peligro domar y la belleza emancipar del devenir. Aquí estamos, somos los amantes y hacemos el amor posible.

Después de todo -pero después de todo-





Después de todo -pero después de todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,
de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.

Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren juntos.

A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.

Se trata de mi cuerpo al que bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.

Soledad, márcame con tu pie desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor maduro.

Jaime Sabines

4 comentarios:

Calle Amanecer dijo...

Con mucho cariño para todos los colegas amantes, este poema del maestrazo Sabines.

A veces exactamente lo que sentimos-pensamos-nos inunda- ya está escrito.

Besos desde la Calle A.

Víctor Frankenstein III dijo...

Completamente de acuerdo querida camarada!

A veces sólo nos insertamos esas palabras ya escritas. Nos hacemos al viaje en esas emociones que cargamos y que alguien más ha descrito al sentirlas, casi como si las escribiese para todos al tiempo que las arranca desde lo profundo de su espíritu.

Gracias por traernos estas letras a toda la tripulación!

Un beso hasta la Calle A

· Almirante · dijo...

Soledad, márcame con tu pie desnudo... Ah, en consonancia con los ecos del universo interno a sabiendas del espacio externo.

Gracias, un aporte con la dosis necesaria, sin duda.

Republique Amoureuse dijo...

Oh, calle amanecer.
Con que consonacia Sabines coexiste en estas realidades...

No sé si te ocurra, pero a mí, se me eriza la nuca al pensar que entre nosotros -hombres y mujeres- pueda haber caber otra opinión más que la carnal o la sensual.

Lo único que lamento es no poder entender la soledad como el autor la describe, pues bien sería esfuerzo nulo imaginar que ambos vivimos las mismas tormentas: las mismas soledades.

Me recojo en tus prestadas identidades.

Y tuya soy,
Lo.

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario