Tardé en mirarlo de frente y a los ojos; porque soy pésima mintiendo.
Prefiero tardar, a no mentir, porque cuando los mire, no cabrá duda que los míos serán vistos.
Hace falta darme una ojeada a distancia para deducir que cambio besos por paletas de caramelo. Y tenerme cerca para demostrar lo contrario.
Iba sin expectativas: animada y libre, dejando ver las flores.
En equilibrio a través de las estaciones, ideando dónde descansar el día: con las piernas al aire...
...y ahora que él extiende la mano, y me toma del tobillo halándome hacia sí, encontré donde descansar.
Tardé en mirarlo de frente y a los ojos, porque me aventuré a entender a través de su tacto: delicado al principio -como enmascarando ruinas de sí mismo- raudo y sin escrúpulos después -como desenmascarándose arruinado-
Hay algo mío en esos espasmos: algo que me lleva al horror de ser olvidada y me acerca a sus memorias más preciosas.
Íntimos, eso somos.
Muchos años...
Hace 2 años
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